.::Hipnótica y Dulce::.
La islandesa encantó al público porteño tras su paso por el Gran Rex
en donde presentó "Volta", su último LP.
Por más que nos estrujemos el cerebro navegando por la asociación libre, tratando de hacer encajar todas las piezas del rompecabezas, difícil será entender el porqué de las banderas de animales amarillas y rojas que cuelgan en el fondo del escenario y las pantallas de plasma que –como biombos dividiendo espacios- proyectan los deditos atareados de uno de los programadores. En medio de este caos simbólico y precedida por una peculiar sección de vientos (diez chicas carapintadas con enteritos multicolores que harían a la vez de coristas) aparece ella: Björk.
A pesar de alguna que otra adscripción rockera, el show de la islandesa no puede clasificarse como un recital de rock; tampoco, como el brazo perdido de la Creamfields, por más de que la electrónica sea tal vez el aglutinante de muchas de sus canciones. Con un enterito brillante de mangas pomposas, esta hada intergaláctica de no más de un metro sesenta se apropió femenina y delicadamente del escenario del Gran Rex , en el marco de su segunda visita a la Argentina para mostrar los temas de su flamante Volta.
“Earth intruders”, primer corte de su último LP, fue el punto de inflexión que hizo que el orden coercitivo de teatro con butacas perdiera su forma diseminando cuerpos que bailaban frenéticamente por todo el recinto. Para entonces, ya había transcurrido más de la mitad del show y se asomaba una catarata de hits camino hacia el final: “Army of me”, “I miss you” e “Hyperballad” marcaron los momentos más calientes de un show de alto impacto visual y musical. Minutos antes, el comienzo estuvo signado por la contemplación y el intimismo que naturalmente resaltaron uno de los tesoros más grandes de la artista: su voz, exótica, dulce y potente. Así se sucedieron “Unravel”, “Joga”, “Hunter” y "Oceania”.
Calcando a la perfección el sendero musical, el contacto con el público también tuvo sus dos momentos: un inicio algo frío con algún que otro “gracias” esporádico y un tirón de orejas en el que solicitó a los concurrentes que dejen las cámaras de lado ya que se hacía muy difícil realizar una performance “para gente que no está ahí”. Desde entonces, la soltura y el relax hicieron que público y músicos se trenzaran en una espiral ascendente en donde la temperatura e intensidad iban cabeza a cabeza. Ella se movía cual Campanita por el escenario, saltando y bailando y el público le respondió con entusiasmo. Ya no importaba entender el porque de los símbolos: entregarse fue la consigna principal.
A santiago llega esta semana y deslumbrara con lo estridente de su show.
Coros, luces,fuegos artificiales, lásers… es lo que trae su show.
En un espectáculo que promete ser toda una experiencia para tus sentidos...
10 de Noviembre
Estadio San Carlos de Apoquindo
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Locales Feria del Disco y Tiendas Paris, Call Center 592 85 00.